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«La felicidad en el trabajo, en el negocio, empieza por uno mismo»

Por diciembre 3, 2015febrero 18th, 2016BLOG

Ignacio Álvarez de Mon. Es Doctor en Sociología y Ciencias Políticas, licenciado en Derecho y MBA por la Universidad de Houston. Es profesor y director del área de Dirección de Recursos Humanos de lE Business School. Autor del libro El desafío de la felicidad.

Entrevista realizada por Rocío Celis (Radio El Día).

Dice Mario Alonso Puig en el prólogo de su libro El desafío de la felicidad, que es difícil encontrar una obra que, como esta, analice con tanto rigor el reto de ser feliz. ¿En qué consiste ser feliz?

Como dice Bertrand Russell, ser feliz es seguramente algo muy sencillo para el que naturalmente lo es, lo que pasa es que hay gente complicada que no consigue entender en qué consiste la felicidad. Pero la felicidad al final son cosas muy sencillas, es vivir los momentos del día a día con cierta sensación de plenitud y de que exprimes el jugo a la vida en cada pequeño momento. Cuando ves a alguien feliz te das cuenta de que no lo es por grandes cosas y grandes conquistas sino simplemente porque disfruta ese día a día.


E
n ocasiones los retos  que nos marcamos se nos resisten y no pueden alcanzarse. ¿Cómo encaja en esta circunstancia la felicidad?

Precisamente el enfoque que yo intento darle es identificar la felicidad con el reto, con el desafío. O sea, hacer que lo que hacemos tenga más importancia y más peso que lo que acabamos obteniendo, que lo que aprendemos tenga más relevancia que lo que sabemos y que cómo reaccionamos ante lo que nos pasa en la vida sea más importante que lo que nos pasa en sí mismo. Cuando centras más la felicidad en cómo haces las cosas, cómo te las tomas, cómo afrontas los desafíos y no tanto en las metas que consigues, los logros, los éxitos o las expectativas, yo creo que es más posible ser feliz. Es decir, cuando te preocupas más del camino que del destino final.

Usted explica que una de las claves de la felicidad pasa por aceptar la vida tal y como viene. ¿Qué diferencia hay entre aceptar las cosas y resignarse a la realidad?

Es una diferencia importantísima porque la aceptación es la cura que necesita mucha gente que afronta muchos problemas. Esa cura es eficaz una vez que uno ha hecho todo lo posible por vencer el problema o por darle solución. La aceptación es la solución sanadora cuando has hecho todo lo posible por conseguir algo y al final no lo consigues, o vencer un problema y no lo vences, o superar un obstáculo y no lo superas. No se le puede pedir más al que da todo lo que tiene. Para esa persona que ha dado todo lo que tiene y no consigue al final el objetivo, la aceptación es bajar los brazos serenamente y decir: ya está, acepto que hay cosas más fuertes que yo y la vida a veces me pone ante fuerzas que me superan. En la vida no puedes lograr siempre lo que quieres. La aceptación es el sano resultado de decir: hice lo que pude y al final ha habido algo que me ha superado. La resignación no tiene nada que ver porque es la derrota sin haber peleado, sin haber luchado. La resignación en el fondo es una derrota porque te deja con el regusto amargo de saber que no has dado todo lo que tú podías. La aceptación es aceptar que has dado todo lo que podías y que, sin embargo, no siempre consigues en la vida lo que quieres.

Entonces, ¿qué control tenemos sobre nuestra propia felicidad?

Según dicen los investigadores hay cierto grado de control, lo que pasa es que tampoco podemos pretender controlarlo todo. Parte de la clave de la felicidad es asumir que las cosas más importantes de la vida, a veces, no las puedes controlar. Asumir la falta de control, asumirla bien y aceptar la vulnerabilidad creo que es una de las claves de la felicidad. El problema de mucha gente infeliz es que lo quiere controlar todo y al final te das cuenta de que, de lo importante, no controlas nada. Dentro de la felicidad parece que hay un componente genético que es importante, es decir, hay personas genéticamente más dispuestas a la felicidad que otras. Hay un componente también de hábitos, de educación, de lo que has visto… Si has vivido en un ambiente familiar feliz donde la gente era feliz, tienes más probabilidades de tener esa tendencia. Pero la buena noticia es que, seguramente un alto porcentaje de la posibilidad de ser feliz, más allá de la genética y del ambiente familiar o educativo que hayas tenido, depende de nuestra voluntad y nuestra disposición. Hay gente que porque es capaz de encontrar gente buena a su alrededor, encontrar los intereses vitales que más le motivan, encontrar una dedicación profesional adecuada a sus capacidades y a sus gustos, etc., puede canalizar una vida bastante feliz. Eso sí, midiendo el equilibrio entre logros y expectativas. Hay gente que no es feliz porque no se pone las metas suficientemente ambiciosas y al revés, hay mucha gente que es infeliz porque se pone siempre unas metas que son difíciles de alcanzar y tienen unas expectativas siempre por encima.

O sea, que se puede aprender a ser feliz…

Como todo en la vida, hay gente que nace más aprendida y con cierta disposición natural, pero yo creo que sí, que se puede aprender a ser feliz. Yo partiría incluso de lo más modesto a lo más ambicioso: hay gente que debería aprender a no ser infeliz. Hay personas que sin tener razones -podríamos decir objetivas para ser infeliz- es infeliz, se da infelicidad. La primera lección es no darnos infelicidad, es decir, cuando la vida no es especialmente dura con nosotros, no darnos esa infelicidad que no es necesaria. Y a partir de ahí, subir peldaños en esa escalera de la felicidad y al final llegar a la sana satisfacción de decir: tengo aquello que en la vida puede hacer feliz a una persona sin ambicionar más y deseando mejorar. Lo que hablábamos antes: la aceptación de uno mismo, no exigirse más de la cuenta, tener proyectos e ilusiones, ser generosos y darse a los demás. Y luego, la capacidad de decir: estoy en una mala época, en una mala racha, las cosas me van muy mal, pero me centro no tanto en lo que me está pasando sino en cómo me supero ante lo que me pasa y cómo soy capaz de resistir y de sacar lo mejor de mí. Es verdad que son recetas fáciles de comentar en una entrevista, lo complicado de esto es aplicarlo en el día a día, pero la toma de conciencia es importante. Asumir que ser feliz, como todo en la vida, se puede aprender, es una buena base.

Ha nombrado a “los demás”. ¿Qué papel juegan “los demás” en la propia felicidad?

Los demás juegan un papel fundamental para bien o para mal. Al presidente Kennedy le achacan esta frase: en vez de pensar lo que tu país puede hacer por ti, piensa en lo que tú puedes hacer por tu país. Viktor Frankl lo expresa de otra manera en El hombre en busca de sentido: cuando el sentido que le buscas a la vida es qué me puede dar la vida a mí, qué me pueden dar los demás a mí, este sentido es pernicioso y complicado porque siempre estás esperando que te den algo los demás. El otro sentido -que yo creo que va más con la gente naturalmente feliz- es qué puedo dar yo a los demás, qué puedo ofrecer yo a la vida, a mi país, a mi familia. La vida te acaba dando muchas veces lo que tú das, aunque no siempre es justa. Dar a los demás y darte a los demás tiene una compensación en términos de felicidad importante.

Usted es profesor en una escuela de negocios. ¿Cómo vincula los conceptos “felicidad” y negocios”?

Lo más complicado en cualquier entorno -y en el entorno empresarial, a veces, es especialmente complicado- es tener el círculo virtuoso de que la persona sea capaz de encajar en aquel tipo de tarea y de proyecto en el que naturalmente se sienta a gusto y desplegando las capacidades y aficiones que le son más cercanas. Esto, que en algunas personas se da de forma muy mágica y natural, y que supone gente muy feliz y motivada en el trabajo, en otras sin embargo, no se da o es mucho más difícil. La felicidad en el trabajo, en el negocio, empieza por uno mismo y por el individuo. Cuando alguien está haciendo algo que le gusta y que haciéndolo disfruta, se le pasa el tiempo rápido y despliega una serie de talentos propios, entonces esa persona tiene muchas posibilidades de ser feliz en cualquier entorno y también en un entorno profesional, de negocio o de trabajo. ¿Es verdad que influye si te toca un jefe tóxico? Claro que sí, a nadie le gusta un jefe tóxico que te desmotiva o te falta el respeto. Pero cuando tenemos armado un bagaje personal en el cual te ves haciendo lo que te gusta, lo que tiene sentido y donde crees que aportas más, hay más posibilidades de superar a ese jefe tóxico, al compañero que no colabora o esa competencia extrema entre compañeros que es nociva. El entorno de negocio, organizativo y empresarial a veces no es el más fácil para hacer accesible o facilitar la felicidad, pero todo empieza por uno mismo. De nuevo me sueno a mí mismo muy fácil teóricamente y muy difícil en la vida real, pero yo conozco -y seguro que usted también conoce- gente que desarrolla trabajos tremendamente humildes y modestos, que no tiene un nivel de vida espectacular y, sin embargo, es gente absolutamente feliz, buenos profesionales y gente dedicada. Y seguramente también conocemos lo opuesto, gente con mucha razón para ser teóricamente feliz por posición, poder, conocimiento o dinero y que seguramente tiene unos niveles de infelicidad tremendos.

Desde su experiencia trabajando con directivos y directivas, ¿cuáles diría que son los principales retos a los que se enfrentan los líderes y emprendedores en este entorno empresarial tan cambiante?

Hay varios. Uno es el cambio. Tengo para mí que la gente ni quiere cambiar ni acepta bien el cambio. Cuando hablamos de cambio no es un cambio que uno desee o que lo busque, sino que le viene a uno dado. Dicho esto, es verdad que vivimos en un entorno de cambio y lo más fijo que tenemos es el cambio. Cuando empezamos a vivir esa incertidumbre, ese cambio, no como un viaje angustioso que no sabemos qué nos va a deparar, lleno de miedos y limitaciones, sino más bien como una expectativa, una posibilidad, un proyecto, una ilusión, el cambio resulta menos amenazador y más ilusionante. Detrás de la palabra “cambio” está la palabra “amenaza” u “oportunidad”. El optimista ve en una amenaza, una oportunidad y el pesimista en una oportunidad ve una amenaza. Otro reto es gestionar el error y en esto, aquí en España, todavía nos falta mucho. La cultura emprendedora se nutre de la capacidad de innovar, de crear, de inventar…, pero una buena base es asumir que a la primera no lo vas a conseguir, que vas a tener que intentarlo varias veces y que todas esas veces son errores que mucha gente llamaría fracasos pero que no son fracasos, son aprendizaje. Hay mucho de cultural y de actitud que deberíamos enseñar a nuestros pequeños en los colegios. El curriculum académico tiene mucho que ver con esto porque cambiar a gente mayor es mucho más complicado, los pequeños en este sentido lo tendrían más fácil. Deberíamos instaurar mucho más la actitud emprendedora, innovadora, creativa…, pero esto pasa por asumir riesgos, cambio, el error como un aprendizaje, el hecho de que si metes la pata y haces algo mal no te crucifiquen y quedes ya marcado, entender el error como un segundo, un tercero o un quinto escalón para conseguir la meta.

¿Por qué es bueno incorporar la felicidad a las organizaciones?

El concepto felicidad lo metemos en el contexto de lo que hemos estado hablando, es decir, el sano y productivo desarrollo del individuo en un ente organizativo, donde ese individuo por el hecho de ser feliz por estar encajado donde quiere estar y dando lo mejor de sí mismo, va a acabar siendo más productivo y más eficiente. Creo que la felicidad es algo consustancial, causa y consecuencia de un encaje entre la persona y el profesional. Es algo muy obvio: el desempeño de la gente depende de que quiera hacer lo que está haciendo, de que lo sepa hacer bien y de que le des los recursos necesarios para hacerlo. Cuando la gente está feliz haciendo lo que hace, el engranaje de la motivación está ahí y es mucho más fácil que lo haga bien y de manera eficiente. Aunque solo sea por puro egoísmo o por pura practicidad del empresario o del directivo de turno; es que le va a salir más barato. Nos sale muy barato tener gente feliz haciendo lo que le gusta. Lo que sale muy caro es la infelicidad en todos los términos: falta de productividad, costes laborales relacionados con enfermedades, absentismo… Lo que uno no entiende es por qué hay tanta gente trabajando por la infelicidad en las organizaciones, es algo que no se entiende.

2 Comentarios

  • OSCAR MEJIA VILLADIEGO dice:

    La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito
    Ralph Waldo Emerson

  • Zara dice:

    Hace apenas tres años, era una persona triste. Sólo trabajaba incansablemente, era lo que hacía desde que tenía una corta edad, en el ánimo de mejorar la situación económica de mi familia .Un día me levanté y tuve la certeza de que debía mejorar las cosas. Empecé por un cambio de actitud poniendo mi atención en las cosas maravillosas y me gustaron muchos los audios de Abraham Hicks, en YouTube. De allí en adelante han sido cambios tan trascendentales que hasta me he animado a crear un canal de YouTube para hablar de mi experiencia, se llama Centuo Glee. Cada ser humano es un ser de luz, un ser energía con un gran propósito. Feliz tarde.

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