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Francisco Alcaide: «Elegir nuestra actitud es nuestra gran libertad»

Por febrero 27, 2023julio 12th, 2023BLOG

Francisco Alcaide lleva más de 20 años estudiando el mundo del liderazgo. Es licenciado en Administración y Dirección de Empresas, en Derecho, y doctor cum laude en Organización de Empresas. En su investigación ha analizado la excelencia profesional, el concepto de ‘éxito’ y por qué unas personas y empresas lo alcanzan y otras no. Para ello entrevistó a personas que han obtenido «resultados extraordinarios». Un trabajo que reunió bajo el título Aprendiendo de los mejores [Alienta Editorial], que ha ido publicando en tres partes a lo largo de los últimos años, y cuya primera entrega alcanza ya su vigésima octava edición.

 

Rocío Celis. Periodista y socióloga

 

 

¿Qué es la excelencia profesional?
La atención cuidada a todos los detalles para conseguir unos resultados. Las personas tenemos sueños y todos nos preguntamos qué hay que hacer para pasar del punto ‘A’ (dónde estoy) al punto ‘B’ (dónde quiero llegar a estar). La excelencia te permite esto.

¿Eso es el éxito?
‘Éxito’ es una palabra muy general, el éxito es personal para cada uno. En Aprendiendo de los mejores yo me he centrado en una parte del éxito, que es la consecución de metas y objetivos. ¿Por qué? Porque todos tenemos metas y objetivos profesionales y personales. Lo que está claro es que las personas, desde que venimos a este mundo, tenemos retos. Esta es la parte del éxito de la que me he ocupado yo, aunque en el libro hay también una parte de espiritualidad, porque la experiencia dice que el éxito exterior sin éxito interior te deja vacío. También hay que intentar cultivarse hacia dentro.

¿De qué manera se alcanza esa excelencia?
Aprendiendo de los mejores se resume en una frase: tu desarrollo personal es tu destino. Dicho de otro modo, que tu nivel de éxito es proporcional a tu nivel de desarrollo personal. Por tanto, el éxito no es algo que consigues, sino algo que atraes a tu vida como consecuencia de la persona en la que te conviertes. Cuanto más inviertes en ti mismo, mejor te va. Cuanto más estudias y mejor te formas, cuanta más experiencia tienes y desarrollas tu red de contactos, mejor te va en la vida. A mí me gusta decir que el desarrollo personal es estar preparado para la vida, aumentar tus probabilidades de tener éxito. Entre tu estado actual y tu estado deseado solo existe una palabra: aprendizaje. Aprende todo lo necesario, haz todo lo que te haga falta y tendrás lo resultados que quieres.

¿Y las circunstancias?
Las circunstancias influyen, pero no determinan. Es decir, tus circunstancias actuales indican dónde comienzas, pero no dónde terminas. Conocemos los casos de personas que no proceden de los entornos más favorecidos —escasez de recursos económicos, familias desestructuradas, o incluso de entornos de violencia— y han llegado muy lejos. El potencial humano siempre existe, eso está dentro de cada persona. Evidentemente, las circunstancias están ahí, pueden influir, pero lo más importante es la actitud ante la vida: responsabilidad —no es mi culpa, pero sí mi responsabilidad encontrar una solución—, aprendizaje, una fuerte determinación hacia metas y objetivos, y un fuerte compromiso —hacer lo que haga falta el tiempo que haga falta—. Lo que dice la experiencia es que la mayoría de las personas abandonan en algún punto del camino.

¿Qué puede obstaculizarlo?
Si me preguntaras cuál es la palabra clave del éxito, te insistiría en la autorresponsabilidad. Esto es centrarse en «qué voy a hacer» y no en «qué va a pasar», porque si uno hace depender su vida de que acabe la crisis, de que pase la pandemia, de que acabe la guerra, de que bajen los precios…, puede pasar el tiempo y seguir en la misma situación. No hay nada peor que la esperanza pasiva, no hay nada peor que querer que las cosas cambien por el simple transcurso del tiempo. Las personas autorresponsables están fuertemente orientadas a las soluciones y las personas no autorresponsables están fuertemente orientadas a las excusas. Y el problema es que si buscas excusas, siempre las encuentras. Como decíamos, no todo depende de uno, lo que sí depende de uno es buscar soluciones y alternativas a lo que ocurre. Muchas veces intentamos eliminar obstáculos; no se trata de eliminar obstáculos, se trata de bordearlos. La vida son problemas continuamente. Parecía que la pandemia era lo más grave que nos podía pasar, y luego ha venido la guerra de Ucrania o un volcán en La Palma. Lo fundamental es elegir nuestra actitud: resignación o crecimiento y aprendizaje. Hay muchas cosas que no dependen de nosotros, pero siempre depende de nosotros cómo afrontamos todo lo que nos ocurre. Elegir nuestra actitud es nuestra gran libertad porque es algo que nos pertenece al cien por cien y sobre la que nadie puede influir.

 

«Nuestras creencias marcan nuestros techos —que no son reales—»

 

¿Por qué distingue usted entre ‘obstáculos’ y ‘límites’?
Yo distingo entre ‘límites’ y ‘limitaciones’. A mí me gusta decir que los límites no existen, porque lo dicen los hechos. La historia de la humanidad es una historia continua de superación de límites. El ser humano ha creado el avión, el coche, el barco, el iphone, el portátil, la radio, la televisión… Todo eso que parecía imposible se ha hecho realidad. Todo lo que el ser humano desea conseguir, lo va a conseguir. Por eso, Julio Verne decía que todo lo que una persona es capaz de imaginar, es capaz de hacerlo realidad. Por tanto, lo que existen son las limitaciones —que son mentales—. Es decir, creencias incrustadas en nuestro inconsciente que determinan nuestra forma de pensar, sentir y actuar.

¿Por ejemplo?
Los miedos: al fracaso, a no caer bien, a que algo no sea posible… Las personas no viven a la altura de sus posibilidades, viven a la altura de sus creencias. Si preguntamos a cualquier persona cuál es su techo, veremos que cada una nos dice un techo. Ese techo no es real, es el techo basado en sus creencias mentales. Las creencias son nuestro software que se han depositado debido a lo que hemos vivido y hemos escuchado. Si tú crees que conseguir algo es imposible, eso se convierte en realidad porque no vas a ir a por ello. Creer posible algo te encamina hacia ello porque vas a aprender todo lo necesario y vas a seguir. Si tú crees que de inicio algo no es posible, ni siquiera te vas a poner en marcha. Nuestras creencias marcan nuestros techos —que no son reales—.

¿Por eso dice usted que el problema no es la falta de talento?
Evidentemente. Talento tenemos todos. Hablar de ‘talento’ por sí mismo, es erróneo. Lo correcto es ‘talento para algo’: para hablar en público, para escribir, para negociar… Incluso el talento en sí mismo —que es una tendencia natural a hacer algo bien— es totalmente insuficiente. Con el talento no se llega a ningún lado. La gente que llega lejos es gente que ha sabido cultivar y desarrollar ese talento, que es una cuestión de hábitos (y los hábitos se pierden igual que se adquieren). El talento hay que estar continuamente actualizándolo y trabajándolo. Lo que hay detrás del talento es mucho esfuerzo, mucha constancia, mucha paciencia y, sobre todo, mucha resistencia, resiliencia y determinación.

Ahora que nombra la resiliencia, díganos cómo se gestiona la decepción.
Cuando uno se plantea retos —mucho más si son ambiciosos—, el camino está plagado de crisis, de fracasos, de errores… Cómo afrontamos la decepción es un buen indicador de hasta dónde vamos a llegar en la vida. ¿Cómo se gestiona? Para mí hay algo fundamental: cuál es tu propósito. Cuando observamos a Nelson Mandela, que pasó 27 años en la cárcel, o a Martin Luther King o a la Madre Teresa y nos preguntamos cómo continuaron adelante en circunstancias tan difíciles, la respuesta que encontramos es: porque tenían muy claro su propósito en la vida. Cuando tienes un propósito muy claro, renunciar no es una opción. Cuando ese propósito está vinculado a mejorar la vida de los demás, los miedos pierden fuerza, la disciplina surge de manera natural y la resistencia mental se convierte en un estilo de vida. El problema es que cuando no tienes claro tu propósito o lo defines en función de las modas sociales, en el momento en que vienen mal dadas lo fácil es abandonar.

¿Por qué razón eligió a las personas que incluyó en su libro Aprendiendo de los mejores?
Cuando haces una selección se quedan muchos fuera. Por eso, han surgido tres volúmenes (2013, 2018 y 2020) y hay cantidad de personas que se podrían haber incluido. En primer lugar me fijé en personas que tienen una trayectoria que les avala. Cuando pensamos en un referente en cualquier campo del conocimiento —empresa, política, deporte…—, nos viene a la cabeza porque tiene unos resultados. Segundo, que pudiésemos conocer cuáles son las causas de esa credibilidad y las claves de su éxito. Cuando analizamos a estas personas vemos que son muy resilientes, extremadamente disciplinadas, con una capacidad de trabajo intensa, que han sabido ponerse en entornos que les han impulsado y no les han reprimido, con una actitud determinante, con paciencia —una de las virtudes más importantes y escasas— y saben aflorar su talento natural. Hay ciertas cosas que se repiten sistemáticamente.

¿Qué aprendió usted de «los mejores»?
Cosas de las que hemos hablado: tener claridad de objetivos; pasar a la acción; tener disciplina; el foco es fundamental, en la vida no se puede ser bueno en todo, tienes que decidir en qué quieres destacar; paciencia; autorresponsabilidad; determinación; algo de lo que no hemos hablado: control mental —la mente nos juega malas pasadas continuamente—; y una actitud de mejora continua.

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