A Eva Collado le acompaña su amplio bagaje profesional y una extraordinaria capacidad de influencia en las redes sociales. Dedicada desde hace décadas a la difícil gestión del talento humano, hoy es una reconocida experta en la construcción de la marca personal. Su último libro El mundo cambia, ¿y tú? (Alienta Editorial) reúne las claves para diseñar el propio futuro profesional en plena era digital. Con Eva Collado hemos observado el mercado laboral que se abre paso entre las convulsiones de este siglo XXI.
Rocío Celis, periodista y socióloga
El mundo cambia inevitablemente. ¿Las personas estamos llamadas a transformarnos, queramos o no?
Totalmente. El libro salió a finales de 2019 y cuando le puse el título el mundo estaba cambiando, aunque yo no sabía que iba a cambiar tanto, ni que un bichito imperceptible al ojo humano nos iba a poner en jaque de esta manera. Lo cierto es que el mundo cambia y nosotros tenemos que cambiar con él, no podemos vivir de espalda a esta realidad de hoy. Hay personas que creen que todavía hablamos de futuro, pero no es así, hablamos de presente. Se trata de un cambio sin precedentes en el que están pasando muchas cosas muy rápido y los profesionales somos testigos de excepción. Nuestra evolución está en adoptar la palabra ‘reinvención’ como una constante.
Le iba a preguntar por ese perfil profesional del futuro, pero escuchándole voy a modificar la pregunta. ¿Qué se nos está exigiendo ya, a día de hoy, a los profesionales?
Lo primero es saber interpretar el entorno y entender cómo van a cambiar probablemente los trabajos que estamos haciendo hoy. ¿Para qué? Para ir adaptándonos a lo que nuestra empresa va a necesitar. Para eso hay que trabajar de manera muy profunda la gestión del cambio y las competencias intrapersonales como la gestión del miedo, la propia motivación o la autoestima profesional y personal. Hay que entender que la resiliencia, el desarrollo de la inteligencia emocional y de nuestra propia felicidad van a ser claves para que podamos dar el paso.
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El profesional que demanda el mercado laboral tiene una titulación que se corresponde con el puesto, pero sabe que esa titulación no es suficiente. Son profesionales que adoptan el learnability, es decir, el deseo de seguir aprendiendo toda la vida y que adoptan decisiones desde su propio autoaprendizaje para ir avanzando. La titulación les abre una puerta, pero se mantienen en esa fase beta permanente, es decir, buscando tendencias y mejorando dentro de su posición laboral. Además, tienen una pasión y una vocación muy grandes por lo que hacen, están centrados en sus propios valores, en cómo llevarlos a la organización y tienen un índice de ética muy alto. Son profesionales que ya no son productivos sino efectivos.
¿Cuál es la diferencia?
El profesional productivo cumple con los objetivos que le han marcado, mientras que el profesional efectivo, en ese camino de cumplimiento de objetivos, intenta mejorar los procesos para alcanzarlos en un tiempo más corto y de manera más efectiva. Estos son los profesionales de valor añadido. Hablamos de profesionales más competitivos, innovadores, con ganas de entrar en el camino de la excelencia y con una buena mochila de contactos en el entorno digital que sumados a los contactos de la empresa les permite hacer un networking efectivo.
Da cierto vértigo pensar que lo que sabemos hoy para desarrollar nuestro trabajo, no va a ser suficiente para mañana…
Claro, da mucho vértigo. Pero fíjate, si algo bueno ha tenido la pandemia -por decir algo- es que la evolución tecnológica que se preveía en unos años se ha producido en ocho meses. Lo que no puede ser es que oigamos nombres de herramientas que existen para ayudarnos a ser mejores en nuestro trabajo y que ni siquiera nos pongamos a investigar cómo integrarlas en nuestro día a día. Hay que escuchar lo que está pasando en el mundo y si tu profesión es fácilmente realizable por la inteligencia artificial, por un robot, entonces hay que pensar “¿qué va a pasar conmigo?”. Sé que da vértigo, pero en todas las etapas de la humanidad han pasado estas cosas. Lo que hay que tener son ganas y curiosidad, y ser personas preocupadas por el futuro profesional.
¿Sin huella digital no tienes posibilidades laborales?
Yo suelo decir lo siguiente: si el 80% de las ofertas laborales, de las posibilidades de encontrar un proyecto o de abrirte puertas, ya solo circula en Internet y tú no estás, ¿cómo te van a encontrar? Yo me dedico al nethunting, esto es, reclutamiento directo en la red. El hecho de no tener, al menos, un buen perfil en LinkedIn te quita muchas posibilidades porque nosotros buscamos la huella digital de las personas. Y las empresas tienen muy claro que las personas con una huella digital potente ayudan al negocio. Claro que existes si no estás en la red y que hay gente que reconoce nuestro trabajo, pero ¿qué pasa si te falla tu actual trabajo y tienes que buscar uno nuevo? Por eso se trata de tener una buena huella digital, para que cuando la gente nos busque nos pueda encontrar.
“Para que el networking funcione primero tienes que dar a los demás antes de pedir”
¿Cómo se hace un networking para que dé resultados?
El networking es el arte de construir relaciones en el tiempo, pero está muy mal entendido. La gente se equivoca, por ejemplo, cuando está en LinkedIn y aborda a otra persona para ofrecerle sus servicios. Eso no es así. Para que el networking funcione dentro de una plataforma, primero tienes que dar e interactuar con los demás, para después ofrecer tus servicios. Mucha gente se equivoca y hace en las redes sociales cosas que no haría en el mundo real. Es un trabajo arduo, no es fácil y sirve para que cuando pidas algo -porque ya has dado antes- esa relación pueda llegar a un futuro. El networking es irme a tomar un café con alguien, pero con un objetivo basado en intereses comunes. No se trata de ir a los eventos y repartir tarjetas de manera indiscriminada.
En esa búsqueda de talento que hace en la red, ¿qué profesiones están emergiendo con fuerza?
Todas las relacionadas con la inteligencia artificial, realidad virtual aumentada, la seguridad informática, el ciberespacio… Yo ahora he seleccionado a un terapeuta en empatía para que pueda alimentar con datos a la inteligencia artificial para temas de reconocimiento facial. También son demandadas las personas que navegan en Internet y son capaces de conseguir información, se llaman ‘curadores de contenido’. Son profesionales muy necesarios para que las empresas dispongan de lo último a la hora de empezar un proyecto. El manejo de la información es importantísimo. Y luego, todas las profesiones relacionadas con el marketing digital, la programación… Podría estar hablándote horas.
De aquellos puestos de trabajo que duraban toda la vida, y en los que podíamos incluso envejecer, nos vamos olvidando ¿no?
(risas) Yo bromeo con eso, nadie te va a dar un pin de plata por llevar 50 años en la empresa porque de hecho, las empresas no durarán 50 años. Las estadísticas dicen que una empresa que podrías formar hoy tendrá una vida de entre 12 y 15 años en el mercado, siempre que tenga un producto en evolución constante.
¿Y de qué manera se gestiona la incertidumbre que eso pueda provocar?
Pues no viendo esto como un problema sino como una oportunidad. Es cuestión de ampliar esa zona de confort de la que todo el mundo habla -no de salir de ella- y esa zona se amplía con conocimientos para estar cada vez más cómodos dentro de este mundo cambiante. Hay que bailar al son de estos nuevos ritmos que se imponen.
Dice usted que la cuestión es autoliderarse. ¿Cómo se lidera la persona a sí misma?
Tomando las riendas de su propia vida y haciendo un buen viaje de introspección personal: ¿quién soy? ¿en qué soy buena de verdad? ¿cuál es mi experiencia? ¿cómo la puedo poner al servicio de mi futuro profesional? ¿cuáles son mis valores? ¿qué va a regir mi producto? ¿qué problema resuelvo? ¿qué me diferencia del resto? O sea, tener una propuesta de valor que vaya evolucionando y saber comunicarla. Tener claro que para ser la opción elegida tenemos que elegirnos primero a nosotros mismos.
“La excelencia es lograr una comunión total entre tu propia felicidad y el trabajo que estás haciendo”
¿El deseo de ser excelente puede convertirse en una presión difícil de sobrellevar?
Hay quien entiende la excelencia como que todo tiene que estar perfecto. Muchas veces el miedo a la perfección nos ralentiza y eso no nos lo podemos permitir. La excelencia es lograr una comunión total entre tu propia felicidad y las cosas que estás haciendo. Las cosas siempre van a ser mejorables, hay que ir aprendiendo a través de la innovación y la creatividad e inculcarnos una política de ensayo-error. Creo que la excelencia pasa por esa conjunción de satisfacción por el trabajo bien hecho y saber que el servicio que estás dando es el que el cliente o la empresa te demanda.
¿Cómo define usted a un buen profesional?
Es aquella persona que se siente cohesionada con los valores de la organización y ama el producto para el que trabaja, que lleva la camiseta puesta. Que trabaja por y para ese producto. Que sabe perfectamente lo que quiere para sí y lo que no quiere. Que está en cuerpo y alma dedicada al proyecto con el que está comprometida. Es la persona que sabe lo que vale su trabajo y lo pone en valor, no acepta rebajas ni malas condiciones laborales ni trabajos que van en contra de su propia felicidad. Un buen profesional es el que evoluciona, el que es buena persona. Son tantas cosas…
Le he leído que la motivación en el trabajo hay que traerla de casa -como el aseo-: “duchada y motivada se viene de casa…”
Esa frase me la dijo una jefa mía y me sentó mal, pero luego con el tiempo le tuve que dar la razón. Por supuesto que la empresa nos tiene que motivar, ¿cómo? Dándonos un puesto acorde a nuestras capacidades y a nuestro desarrollo dentro de la organización, dándonos un buen lugar para trabajar, pagarnos por lo que realmente estamos aportando a la empresa, ofreciéndonos un plan de carrera, un buen clima laboral… Estos son agentes motivantes, pero la motivación en el trabajo que haces es intrínseca, es algo que nace en nosotros mismos. Es decir, una empresa te puede dar oro, pero si tú no estás motivado eso no te sirve para nada. La motivación nace en ti porque tienes un propósito de vida, un algo que te hace levantarte cada mañana. Si la empresa no cumple con estos requisitos que he dicho y no encaja con tus valores, entonces, de manera inteligente hay que ir buscando otro proyecto en el que puedas realizarte.
¿Y qué le motiva a usted?
Tengo un propósito de vida muy claro: compartir lo que sé y explicar al resto de profesionales aquellas cosas que yo hubiera querido saber cuando trabajaba para otras empresas y cuando emprendí. Todas las acciones de mi día van enfocadas a esto y lo voy combinando con algún proyecto personal. Esto me da felicidad.